Al leer el título del post puede que os preguntéis «¿que cuantas lactancias ha tenido Elena…?». De momento sólo una, pero lo he llamado mi primera lactancia porque espero tener una lactancia al menos igual de exitosa con BabyA que la que he tenido con Emma. Para que conozcáis un poco más nuestra historia de leche he escrito estas líneas y qué mejor momento que la #semanalactancia (SML 2015) para contárosla.
El lema este año es «Amamantar y trabajar». Yo por suerte he estado de excedencia hasta que mi peque ha tenido dos años y medio, así que por ese lado lo he tenido muy fácil, aunque como leeréis a continuación, no todo ha sido un camino de rosas:
Cuando me quedé embarazada en el 2012 empecé a buscar información sobre todo lo concerniente al embarazo, parto, crianza… Y entre otros temas leí mucho sobre la lactancia materna (si tenéis idea de dar el pecho os recomiendo encarecidamente informaros antes de que nazca vuestro peque).
Desde ese momento tuve claro que quería dar pecho a mi hija «si podía». Esta coletilla que tanto daño hace a la lactancia materna me acompañó durante bastante tiempo, hasta que a base de asistir a talleres de lactancia me di cuenta de que ¡¡claro que iba a poder!!. Como bien decía una pediatra en casi todos los talleres a los que asistí: «Si quieres, puedes». Y yo quería, y estaba convencida de que iba a ser capaz.
Estar rodeada de otras embarazadas y mamis con sus recién nacidos en esos talleres, escuchando de su boca y viendo en directo los posibles inconvenientes a los que podía enfrentarme, así como las soluciones, reforzaba mis ganas de amamantar.
Pero sin duda lo que más me atraía era ver a las madres completamente felices y llenas de satisfacción nutriendo a sus bebés, y no me refiero sólo al alimento. En estos talleres es donde por primera vez y con tranquilidad pude observar el precioso vínculo madre-hij@ que se forma con la lactancia y cómo el cariño y el amor incondicional se pueden transmitir a nuestros hijos de esta manera. Los bebés colgados al pecho de las madres no era algo extraño ni forzado, eran una extensión de la madre igual que la madre lo era del bebé. Casi que me parecía que estaban hechos para estar así.
En cuanto nació mi peque me la puse sobre el pecho para estar piel con piel y en el mismo paritorio se enganchó a la teta. Mi marido y yo nos quedamos alucinados de ver los esfuerzos que hacía esa cosa tan pequeñita para mover su cabeza, que no podía sostener, e ir acercándose poco a poco al pecho y mamar. Os aseguro que si hubiera tenido decidido no darle el pecho a mi hija de antemano, tras ver aquello habría cambiado de opinión, ¿cómo iba a negarle a mi hija lo primero que quiso al llegar a este mundo?.
Salí con ella mamando del paritorio y así la vieron por primera vez sus abuelos… y así siguió desde entonces hasta hoy con casi 3 años.
A los pocos días de su nacimiento tenía los pezones muy, muy irritados y en cuanto se enganchaba me dolía. Así que además de las visitas importantísimas de mi madrina de lactancia, acudí en peregrinaje a cuantos talleres de lactancia tuve alrededor y en todos me dijeron que todo parecía bien, pero yo seguía con dolores. Estos iban en aumento y recuerdo llegar a tener hasta un poco de miedo en el momento en que Bolita se iba a enganchar, la primera succión era muy dolorosa y siempre que mi marido estaba en casa le cogía de la mano y se la estrujaba para «pasarle» a él el dolor.
La cuestión es que el dolor fue disminuyendo muuuuuy poco a poco y desapareció del todo casi a los 4 meses. Soy una cabezota y quería conseguir lactancia materna exclusiva y conseguí hacerlo pese a los problemas, pero no por ello me considero una mártir ni una heroína. Como suelo decir «sarna con gusto no pica», y la verdad es que yo lo hacía muy a gusto aunque sí me «picaba» ;).
De esta fase quiero destacar la figura de mi marido. Había oído hablar de lo importante que es el apoyo y la ayuda del entorno para la lactancia y tuve la suerte de comprobarlo en mis carnes. No sólo porque se dejara machacar la mano hasta el dolor sin quejarse ni una sola vez (estoy segura de que llegó a soltar alguna lagrimilla el pobre santo) sino porque nunca me dijo «abandona» o «démosle un bibe esta noche y descansas». Siempre estuvo ahí, se despertó conmigo en cada toma para estar a mi lado e hizo todo lo posible para que yo sólo tuviera que preocuparme por la lactancia.
A posteriori, tras haberme formado como asesora de lactancia y repasando cómo fue la lactancia de Bolita, he llegado a la conclusión de que algo debía haber raro en la postura de la lengua de mi hija porque tras las tomas mi pezón se quedaba plano por un lado, con forma de lápiz de labios y perdía completamente el color. Además mi peque no sellaba bien la boca con mi pecho, de hecho era un rollo porque tenía que poner una gasita o pechito a modo de babero desde su cuello hasta bajo de mi pecho, pues sino tras la toma tanto ella como mi ropa acababan empapadas por la leche que se le escapaba por la comisura de los labios.
No sé si se fue solucionando al ir creciéndole la boca o porque ella cambió su forma de poner o mover la lengua, el caso es que finalmente llegó el momento en que todo fue rodado. Adiós molestias y bienvenida absoluta felicidad.
Y así seguimos hasta el día de hoy (2 años y 8 meses) con una especie de destete-desleche que me tiene alucinada y del que no conozco otro caso similar, que no digo que no los haya.
En los últimos tiempos, la única parte negativa, por llamarlo de alguna manera, venía del exterior como suele ser habitual, con las famosas miradas de desaprobación y las frases tipo «¿pero aún le das pecho…?»,»¿No es muy mayor…?». Ya imagináis lo poco que me importaban estos comentarios a estas alturas y cómo mi abanico de respuestas pasaban desde un simple «sí» hasta lindezas del tipo «Es que somos unas viciosas» dependiendo de quién hiciera la pregunta y, sobre todo, del tono o intención de la misma.
No podemos saber cómo será el futuro y veremos cómo va la segunda lactancia con BabyA pero lo que tengo claro es que, como en el caso de Bolita, seguiré la misma pauta: «Mi lactancia, mis decisiones».
Si te interesa la lactancia materna puedes leer más sobre ella en otros posts que he publicado al respecto:
3 Comentarios
Me siento muy identificada con tu experiencia… Yo también era de las de «si podía», y mira 24 meses después aquí estamos.
Aunque afortunadamente no tenía ese dolor que describes tu mi pequeña también tenía escapes por las comisuras…
Algunos comienzos son muy complicados, pero merece tanto la pena!!!
el destete a este paso llegais a tàndem 🙂
yo aûn le doy para dormirse y cuando se despierta, y tiene 4 y medio… me pasô también lo de los pezones mal, yo tuve hasta sangre, pero con unas pezoneras en silicona, en un par de semanas se solucionô. yo creo que es un poco normal, que te chupen una zona tan delicada, tiene que hacerse «callo» para que la piel sea un poco màs dura, supongo.
[…] Mi primera lactancia. […]