El embarazo es un proceso emocionalmente muy intenso. Sin entrar en detalles, porque eso lo dejo para otro post futuro, los sentimientos y las emociones que se producen durante el mismo son difíciles de explicar y unas de esas cosas sobre las que la gente suele decir que «sólo puedes alcanzar a entender cuando los vives» … y yo estoy de acuerdo.
Muchos de los momentos de mayor intensidad están relacionados con las visitas al ginecólogo y/o a la matrona, como la revisión de las 7-8 semanas donde muchos padres oyen por primera vez el latido del corazón del bebé o las distintas ecografías donde van viendo la increíble evolución en los cuerpos de sus peques.
Son momentos que se viven con la máxima ilusión, deseando oír, ver y saber más de nuestras personitas favoritas, pero también con mucho miedo por si algo ha ido mal. Ya hemos dicho que a las 7-8 semanas muchos padres oyen el corazón de sus bebés por primera vez… pero también es el momento en el que otros muchos se enteran de que algo ha ido mal precisamente porque no hay latido.
Las pruebas de las 12 semanas, el famoso triple screening, es uno de los momentos que se vive con más miedo… pero tanto para maridín como para mí el momento más aterrador, sin duda, es la ecografía de las 20 semanas, la llamada ecografía morfológica.
¿Qué por qué da miedo?
Muy sencillo, porque nos encontramos en la mitad del embarazo, el feto ya se ha desarrollado bastante y en esta prueba los médicos realizan una revisión «a conciencia» del bebé en busca de malformaciones y problemas en el desarrollo del feto.
Durante la prueba revisan uno por uno los órganos y estructuras básicas del feto. Desde comprobar que tiene los 5 dedos en cada mano o pie hasta revisar si tiene estómago, pulmones, riñones o si todas las partes que forman el cerebro se están desarrollando normalmente.
Esta revisión en profundidad hace que sea sensiblemente más larga que las ecografías «normales»… y el miedo hace que a muchos padres les nos lo parezca aún más.
Mis ecografías de las 20 semanas
Bolita
Ya he comentado antes que a maridín y a mí nos parece el momento más aterrador del embarazo. De hecho él siempre decía que la prueba de las 20 semanas de Bolita era el momento de su vida en el que más miedo había pasado hasta el pasado 21 de noviembre… y le entiendo.
Recuerdo perfectamente la habitación totalmente a oscuras, yo tumbada en la camilla, con maridín sentado a mi lado sosteniendo mi mano y mirando los dos una pantalla en la pared donde veíamos una imágenes que no llegábamos a entender. Además el médico de aquella primera vez era muy serio y hablaba como a cámara lenta lo que no ayudaba nada a quitarnos el miedo.
Iba revisando uno por uno los órganos y decía:
– «Estoooomagooooo… [PAUSA DE 4-5 SEGUNDOS] …. correcto».
– «Mano derechaaaaaaaa… [PAUSA DE 4-5 SEGUNDOS] … completa».
– «Vejigaaaaaaa… [PAUSA DE 4-5 SEGUNDOS] … correcto. Mira, acaba de vaciarla». (Esto ahora lo recordamos con cariño, pero ahí os aseguro que no nos reímos ninguno de los dos).
Y recuerdo especialmente un momento en el que el corazón casi se nos sale del pecho con la revisión de una de las partes del cerebro:
– «Ventrículoooooo… [PAUSA DE 4-5 SEGUNDOS] …. no».
– «¿Cómo que no?», dijo maridín.
– «No, que no lo veo desde aquí. Lo intentaré luego desde otro ángulo».
Lo dicho, casi nos da algo. El caso es que cada vez que escuchábamos que algo estaba OK soltábamos el aire que habíamos contenido durante esos 4-5 segundos (que a nosotros nos parecían una eternidad)… y cogíamos aire nuevamente para el siguiente paso.
La sensación de alivio cuando la prueba se acabó fue totalmente indescriptible.
Fichita
Cuando tuvimos la ecografía morfológica de Fichita llegamos a ella con la misma preocupación que la primera vez, aunque la manera de vivirla fue totalmente distinta.
El factor principal, obviamente, fue nuestra propia experiencia ya que el miedo a lo desconocido de la primera vez había desaparecido y sabíamos perfectamente «a lo que íbamos».
Además el entorno y el médico fueron distintos. Esta sala estaba más iluminada y el médico, aunque también era serio, fue más amable y nos iba contando mejor las cosas «eso es el estómago, los riñones, los globos oculares…». Conste que el otro no fue desagradable, simplemente más aséptico.
Además la prueba en sí fue más corta. El único momento de tensión fue al principio porque el médico pasó mucho rato revisando el corazón. Tomó varias capturas, las puso en paralelo y las comparaba pasando de una a otra con un ligero balanceo de su cabeza sin decir nada. Estuvo así durante medio minuto o más y a partir del segundo 10 más o menos maridín y yo sólo mirábamos su cara y no la pantalla. Cuando finalmente dijo «OK» le pregunté si había visto algo raro y me dijo entre sonrisas «no mujer, no. Está todo bien».
Tras superar el susto nos preparamos para una ecografía larguísima visto lo que le había costado revisar el corazón, pero no fue así. El resto de partes se revisaron muy rápidamente, con el médico indicando enseguida que cada cosa estaba bien.
Eso sí, al acabar la sensación de alivio fue exactamente igual que con Bolita.
Imágenes de la ecografía morfológica
Para acabar os traigo unas imágenes de la ecografía de las 20 semanas de Fichita.

Ecografía 20 semanas: Corazón y flujo sanguíneo.

Ecografía 20 semanas: Cerebelo y pliegue nucal.

Ecografía 20 semanas: Ductus venoso del cerebro.
Imagino que los que habéis pasado por esta prueba tendréis sensaciones y recuerdos similares (o no) y me encantaría oírlos, pero sobre todo espero que este este post y mi experiencia os sirva de «orientación» a aquellos que aún no lo habéis vivido, para que os pille un poquito más preparados.
2 Comentarios
En el embarazo de Merche iba sorprendentemente tranquila y ahora, pues no sé, no es que esté muy nerviosa pero tengo tantas ganas de que llegue. Al enterarnos más tarde estamos pasando un poco de más miedo
También puede que influya el hecho de que somos más conscientes por un lado de lo que se quiere a un hijo y por otro de todas las posibles complicaciones que pueden surgir en el embarazo.