Como ya seguro sabréis y os he comentado, Asturias es un paraíso para los amantes de la naturaleza y las rutas. Concretamente de la que os hablo hoy es, sin duda, una de las más bonitas y completas que hemos hecho.
He de comentar que nuestra ruta realmente es un mix/adaptación de dos de las más conocidas, la ruta de las Xanas que tradicionalmente se hace como ida y vuelta desde Villanueva hasta Pedroveya y la famosísima Senda del Oso, una ruta de 36km que transcurre por la antigua vía del ferrocarril minero de Teverga y Quirós y que suele hacerse en bici debido a su longitud y constante desnivel.
En nuestro caso, gracias a nuestro querido guía local Chus que fue quien nos propuso realizar este mix y, sobre todo, se ofreció a llevarnos y recogernos, pudimos realizar esta combinación realmente interesante.
Antes de empezar os aviso: ¡¡qué difícil ha sido seleccionar las fotos!! Os hubiera puesto aquí todas las que hice, porque de verdad que son impresionantes. Al final, aún habiéndome cortado bastante hay muchas que no podía permitir que os perdiérais.
Ruta de las Xanas
Como decía antes, esta ruta suele hacerse habitualmente como ida y vuelta al ser lineal, pero nosotros empezamos desde»el final», el punto donde la gente habitualmente para a comer y descansar y da la vuelta, en la Ermita de San Antonio en Pedroveya. Empezar aquí es un plus para los que vamos con niños, ya que la ruta en este sentido es descendente, lo que facilita mucho el camino cuando vas con peques.
Durante el recorrido, de unos 4,5 Km aproximadamente, encontramos tres zonas muy diferenciadas.
La primera es un camino que discurre por un territorio abierto cubierto de pastos verdísimos. Maridín, que es friki friki, decía que era como estar en La Comarca… lo que no dijo es quién eramos cada uno ¬¬.
Poco después la ruta se adentra en un bosque realmente precioso. No me extraña que esta ruta la llamen la de las Xanas (hadas de la mitología asturiana), porque entre los distintos tonos de verde por todas partes, los rayos de sol que penetraban por las copas frondosas y el sonido constante del agua que nos acompañaba durante todo el recorrido, teníamos la sensación de estar recorriendo un bosque encantado. Emma decía que era «como el de Campanilla».
Aunque gran parte del camino era barro y se pegaban bastante las zapatillas o estaba resbaladizo, también había tramos de escalones. Lo que resultaba un alivio para Emma que no estaba muy conforme con mancharse de lodo^^
En esta parte del recorrido, muy húmedo, las peques disfrutaron especialmente viendo animales propios de estas zonas como un sapo gigante y, sobre todo, un montón de babosas enormes que cruzaban el camino constantemente.

Aunque no me gusta tocar a los animalitos tuve que retirar la babosa de la derecha a un lado porque seguro alguien la pisaría.
La última parte del recorrido es el tramo que se conoce como el desfiladero de las Xanas. Se trata de una senda tallada en la roca en un antiguo proyecto para conectar los pueblos de Pedroveya, Rebollada y Dosango con el valle del Trubia. Esta parte a las niñas les gustó menos que «el bosque de Campanilla», obviamente, pero a nosotros nos pareció precioso también.
La ruta también atraviesa zonas de lo que parecían ser desprendimientos habituales de rocas. Igual soy un poco paranoica pero os aseguro que yo pasaba mirando hacia arriba de la montaña.
Con lo ceniza que soy seguro que si caía alguna piedra iba hacia mí o mis hijas, y ¡¡eso sí que no!!
Eso sí, aunque el camino es amplio e incluso hay cuerdas para agarrarse en ciertas zonas, en esta parte del recorrido hay que tener mucho cuidado con los niños, especialmente en ciertos tramos, ya que en algunos puntos las caídas del desfiladero alcanzan los 80-90 metros.
Por eso toda esta parte yo la hice con BabyA cargada a la espalda en la Manduca (además justo se había dormido minutos antes) y Maridín llevaba a Emma cogida de la mano y por la parte interna del desfiladero.
La Senda del Oso
Una vez acabada la ruta de las Xanas, bajamos a Villanueva, un pueblecito muy pequeño y cuco. Allí aprovechamos para descansar y comer algo y luego accedimos a la Senda del Oso por una entrada que hay junto al antiguo lavadero.
Desde ahí, hay que recorrer unos 3 km andando por camino asfaltado muy cómodo hasta llegar a los cercados, unas zonas valladas donde se encuentran las 3 osas pardas que actualmente se encuentran allí protegidas: Paca, Tola y Molina.
Llegamos un poco después de las 17 y esperamos un poco ya que a las 17:30 aproximadamente pasan a alimentarlas y es el mejor momento para verlas.
Paca y Tola, las dos osas mayores, se encontraban en los cercados inferiores, los más «tradicionales» y alejados del camino. Estaban muy quietas y apenas se movían. Daba un poquito de pena verlas, porque, aunque se veían muy bien cuidadas, se notaba que están ya muy viejecitas.
Y mientras estábamos viendo a las dos osas, a nuestra espalda, en el cercado superior apareció Molina caminando tranquilamente junto a la valla y allí se quedó durante un buen rato, sentada, comiendo, rascándose y caminando de lado a lado. A las peques les encantó verla y a nosotros también.
Cuando Molina decidió alejarse del cercado también lo hicimos nosotros y nos dirijimos al coche de Chus para regresar a Oviedo, cansados pero contentísimos de todo lo que habíamos visto ese día.
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