Hermano de leche es un término que, aunque ahora no se suele oír mucho, antiguamente era muy utilizado porque era más normal compartir ama de cría que amamantaba a varias personas fueran o no hermanos de sangre.
Hoy, por suerte, normalmente las propias madres deciden amamantar (o darles leche de fórmula) a sus hijos y no necesitan valerse de una tercera persona para tal cometido, por lo que los hermanos de leche escasean.
Aún así mi hija pequeña, babyA, sí tiene hermanos de leche, aunque sólo lo fueran durante unas horas.

Estas fotos fueron tomadas los días que estuvimos ingresadas juntas tras la operación.
Escribir este post me ha llevado más tiempo del que esperaba porque no veía el momento. Quizá no me había puesto a ello antes porque no quería remover cosas que siguen doliéndome o porque no sabía cómo enfocarlo. La cuestión es que por el Día Mundial de la Lactancia me he propuesto compartirlo.
Como sabéis, a los 10 días del nacimiento de mi hija tuve un serio problema de salud. Desde el principio me temía que iba a tener que pasar por quirófano y que podían darme determinada medicación incompatible con la lactancia. Por ello, y como prevención por el tiempo que mi leche pudiera tener trazas de esos químicos, antes de que la cosa se pusiera realmente fea, se me ocurrió contactar con otras mamis lactantes que pudieran ayudarme.
Soy socia y miembro de la junta de Amamanta, una asociación de apoyo a la lactancia materna que entre otras cosas cuenta con grupos de madres en talleres de lactancia vinculados y desarrollados la mayoría de ellos en centros de salud de la sanidad pública. Además muchas de las madres, socias o no, que acuden a esos talleres son donantes de leche materna.
Esperaba que pudieran ayudarme y así fue. Hice un llamamiento explicando mi situación y se volcaron en mi. Sólo de escribir estas líneas me caen las lágrimas de emoción y agradecimiento.
Otras socias con las que tengo contacto directo movilizaron a mamis de sus talleres de lactancia, intentando buscar bebés de una edad similar a la mía, porque la composición de la leche varía según la edad del peque para adaptarse a sus necesidades nutricionales.
Gracias a los esfuerzos de todas estas personas mi hija solo tuvo que tomar 2 tomas de leche artificial. Ojalá no hubiera sido ninguna, pero al menos fueron pocas. El resto de tomas hasta que nos reencontramos fueron de leche materna donada.
Imaginad la situación: te pide leche alguien que no conoces de nada y la donas sin preguntar, quizá hasta menguando tus reservas, desplazándote a casa de quien la recogía o quedando con esa persona… ¿No os sentiríais eternamente agradecidas?. Así es como me siento yo con esas mamis y con Amamanta.
Por suerte pude darle pecho enseguida con lo que me sobró bastante leche que congelé y luego devolví por si alguna de esas madres la fuera a necesitar.
Así es como mi hija tiene hermanos de leche. ¿No os parece una historia preciosa?
Si deseas agradecer la labor que hace amamanta puedes colaborar haciéndote socio, realizando una donación, patrocinando el calendario o si resides en la provincia de Valencia siendo voluntaria.
5 Comentarios
Ohhh qué preciosa historia!
La verdad es que en los talleres de lactancia hay un apoyo y una generosidad maravillosa.
Gracias Pilar.
Se recibe mucho más de lo que se da en un taller. Yo lo recomiendo a todas las mamis o futuras mamis.
Que bonito elena y q bonita labor la de esta asociacion y mamis!!!! Enhorabuena!!!!!
Muchas gracias María 😉
[…] orgullosa de mí misma y he dado las gracias, aunque siempre me parece que no lo suficiente, en el momento más difícil de mi vida y eso me ha hecho sentirme orgullosa de mis compañeras y de la humanidad en […]