En pleno centro de Valencia podemos disfrutar de un pequeño oasis de vegetación y calma que hace que te olvides que estás en una gran ciudad.
Este lugar no es otro que el Jardín Botánico, que además de ser un museo en el que observar muchísimas especies ofrece talleres, cursos y exposiciones.
¿Os podéis creer que viviendo aquí treinta y pico años sólo lo había visitado una vez para hacerme unas fotos?. Vamos, que de visitar más bien poco.
«¡¡Esto no puede ser!!», me dije. Así que para solucionarlo decidí visitarlo de nuevo, esta vez de verdad, acompañada de mi hija mayor. Quiero que mis hijas conozcan todo lo que su ciudad les ofrece. Más aún si está relacionado con la naturaleza.
Y allí que nos fuimos ambas.
No sé por qué pero una vez dentro poco se escucha del ruidoso tráfico y vida de la ciudad. De verdad parece que esté insonorizado. Sólo eso ya te predispone a disfrutar de la visita con otro ritmo. Más pausado, más en sintonía con el resto de seres vivos que allí te rodean.
Hay muchísimos rincones que observar allí dentro. Y no sólo son bonitas las plantas o los animalillos que nos encontramos, sino que los invernaderos y el umbráculo de su interior son una pasada.
Emma se quedó prendada de algunos de los gatos miembros de la colonia que encuentras allí y que están esperando adopción (¡¡animáos si queréis un minino!!) y de los pececitos que conviven con las plantas acuáticas.
Todo momento es bueno para aprender así que aunque ese día ya le conté la importancia del agua para los seres vivos para la próxima visita me preparo algún cuento apropiado al entorno.
Aproveché el paseo para detenerme en la zona de la huerta, donde pude explicar a Emma en qué se iba a convertir cada una de las «plantas» como ella las llamaba. Algunas las reconoció gracias al huerto de su yayo. (Minipunto para ella y pecho hinchado cual palomo para mí).
Como el jardín botánico ofrece zonas muy diversas la visita se hace muy amena para niños. Hay algún puente bajo el que corre una pequeña corriente de agua, invernaderos con ambiente húmedo en los que meterse, un mirador, plantas aromáticas que «olfatear»…
Lo que no le gustó tanto a mi hija fue mi parte favorita: los cactus. De infinidad de formas, colores y tamaños. Algunos con huésped arácnida incluida, lo que creo que hizo que a mi peque no le entusiasmaran jejeje.
Seguro que volvemos pues ese día hicimos una visita corta por cuestión de tiempo y la próxima vez vendremos las tres, que la pequeña también se merece disfrutar de esta maravilla.
Si estáis de paso por Valencia, o incluso con más motivo si vivís aquí, os recomiendo vivir esta «aventura verde» con vuestros hijos. ¡¡Merece la pena!!
Comentario
[…] arriesgada muy diferente a las últimas escapadas al “Museo de los dinosaurios” o al Jardín Botánico y la verdad es que viendo el resultado creo que ha sido un acierto a medias. Recomiendo mucho la […]