• En 2eloa hablamos de

    • Crianza
      • Embarazo
      • Lactancia materna
      • Alimentación complementaria
      • Ocio con niños
      • Método Montessori
      • Método Oompa Loompa
    • DIY
    • Recetas
      • Cocinar con niños
      • Fondant
  • Suscríbete

  • Inicio
  • Crianza
    • Imprescindibles
    • Trucos y Consejos
    • Lactancia materna
    • Alimentación complementaria
    • Salud
    • Pediatradas
    • Método Oompa Loompa
    • Método Montessori
  • DIY
    • Lady Fleje
    • Ikea Hacks
    • Bricolaje
    • Decoración
    • Reciclaje
    • Costura
  • Recetas
    • Fondant
    • Cocinar con niños
    • Dulces
    • Recetas de mamá
    • La cocina de yaya Siniet
  • Mis hijas
    • Emma
      • Lo que me sorprende…
      • Estilo de libro
    • BabyA
  • Colaboraciones
Parto de BabyA: Relato con guasa 3ª parte
19/04/2018

Tercera y última parte del parto de BabyA. Si quieres saber la historia previa puedes leer la primera y la segunda parte.

 

Volvemos a la posición ducha: como si me fueran a cachear mientras mi marido me echa agua tibia en los riñones.

Otra contracción del demonio. ¡¡Diooooosaaaa!!. «Cariño, si esto dura mucho más que me den el gas ese. Pero es que tengo aquí la cabeza, que la noto». Y me pongo instintivamente una mano como tapando la vulva, no sé si fue mi cerebro racional que lo hizo pensando que la niña se me caía de cabeza al suelo o el irracional intentando proteger mi periné y labios.

Otra contracción y ¡¡plof!! se rompe la bolsa. Noto agua más calentita que la que siento en mis lumbares chorreando entre mis piernas. «Llama otra vez, que la niña está aquí».

Sale marido del cuarto de baño y escucho una voz femenina al otro lado del telefonillo: «¿Qué pasa».
– Marido: «Ha roto aguas».
– Voz: «¿Son claras?».
– Marido: «Sí, cristalinas».
– Voz: «Cuando lleve un rato más de esas contracciones ya me vuelves a avisar».

Vuelve el churri al baño, coge el teléfono de la ducha para volver a echar agua a mis lumbares y le digo: «¡¡Pero que esto ya está aquí!!. ¡¡Que noto como si se me fuera a partir el culo!!. ¡¡Que sé lo que es!!».

Aún no he acabado casi de decirlo y me viene la cuarta supercontracción de la noche y empiezo a gritar, esta vez con las das manos en mi entrepierna: «¡¡Para, para, para!!».

Mi marido con cara desencajada suelta «¿Que pare de qué?, ¿de echarte agua?».

Termina la contracción y le grito: «¡¡Tú no, la niña, que pare de salir!! (ilusa de mí, como si fuera a hacerme caso). ¡¡Llama corriendo que estoy tocando la cabeza!!». Mi mente, en ese momento de relax y paz absoluta entre contracciones, ya visualizaba un tanto horrorizada el parto allí, en el baño de la habitación. Y asistida por mi marido, si es que no le daba un síncope antes.

Oigo de fondo: «Que le toca la cabeza al bebé».

Y ahí empezó la fiesta. Vienen corriendo la auxiliar-vidente junto con otra chica, supongo que enfermera. Entran en la habitación, quitan el freno a la cama y me dicen que me tumbe que me llevan a paritorio.

«Y un cuerno me tumbo. Que tengo la cabeza aquí»– señalo mi entrepierna con la barbilla, pues ambas manos estaban ahí bajo.

Y ante sus caras de alucine y estupefacción la que suscribe, totalmente empapada y desnuda salvo por el sujetador y las chanclas (ese erotismo a tope) se sube a la camilla y se coloca ahí arriba a cuatro patas. Bueno a tres: mi mano derecha no soltaba mi vulva ni por saber morir.

Me echan una sábana encima y una empujando y otra estirando empiezan a mover la camilla a toda velocidad pasillo abajo en dirección al paritorio. Van gritando no sé a quién: «¡¡Abrid las puertas!!.¡¡Parto en planta, parto en planta!!».

Una de ellas me suelta, mientras tirando de la camilla corre como si no hubiera un mañana: «No empujes».

Mano derecha en vulva, mano izquierda sobre almohada sujetando mi peso. Levanto la mirada y la apuñalo con mis ojos: «No puedo no empujar. El útero empuja solo. No se le pueden poner diques al mar».

Ahí arriba y con esas pintas, a mitad camino comienza otra supercontracción.

Llegamos al paritorio, menos mal que está cerca. Encienden luces porque estaba totalmente apagado y de la nada aparece ahí una matrona y otra chica super joven.

Como ya ha terminado la contracción y he vuelto a mi «ratito zen», me bajo de la camilla y con total normalidad le explico la situación a la matrona: «No quiero desgarrarme».
– Matrona: «Túmbate de lado en la cama».
– Yo: «Imposible estar de lado ni tumbada en la cama».

Entonces veo la silla de partos, que era de estas modernas hiperarticuladas. Así que digo: «Me voy a sentar ahí. Bueno, solo a apoyar un poco el culillo para ver todo, quiero cogerla con mis manos».

Como voy chorreando agua me medio resbalo, así que mi marido por un lado (con la cámara colgando) y la chica por el otro me sujetan mientras subo el escalón que hay para acceder a la silla. Y en cuanto voy a apoyar mi nalga izquierda en la silla noto que viene otra supercontracción. Y digo, quitándome al fin la mano de la vulva para que la matrona protegiera mi periné: «Que ya viene. Aquí, aquí». (Con este aquí me refería a que iba a parir ahí mismo, a medio camino entre silla y suelo, pierna izquierda apoyada en silla de partos y pie derecho sobre el escalón). La matrona coloca sus manos y le empiezo a gritar: «Quita, quita» porque notaba como si sus manos me molestasen.

Ella espera a que termine la contracción y entonces las aparta y me dice: «Si las quito no te puedo proteger».

Y tiene razón, no son sus manos, es la cabeza de mi hija la que me provocaba esos pinchazos, quemazón… no sé como describirlo. Viene otra supercontracción y aviso a la matrona. No he necesitado empujar en ningún momento. El útero se contrae solo y la gravedad ayuda a mi hija a salir.

Noto que sale la cabeza y además la veo. Muy morada en el fondo y cubierta de vérmix. Empieza a llorar mientras rota su cabeza. ¡Qué bonita es!. Me he vuelto a enamorar.

Me asusta ese color morado y pregunto a la matrona: «¿Es normal ese color?. ¿Es normal que llore?».

Me tranquiliza diciéndome que es absolutamente normal. Aviso de que me viene la última supercontracción y me da rabia no poder cogerla, pero tengo un brazo alrededor de mi marido para no resbalarme con las chanclas y el agua que ha ido chorreando.

Nada más sale me suelto de mi marido y la matrona me la da. Con ayuda, para no caer, me siento por fin en la silla de partos y adoro a mi hija. Lloro de emoción, de amor. La pongo al pecho. Mama por primera vez.

No sé si son las hormonas o qué pero me siento poderosa, fuerte. Puedo con todo.

FIN. (Bueno, también he escrito un epílogo).

parto-natural-2-2eloa

EmbarazoHospitalparto
Compartir

Crianza  / Embarazo  / Salud

Quizás también te guste

Parto de BabyA: Epílogo
22/04/2018
Parto de BabyA: Relato con guasa 2ª parte
18/04/2018
Regalos para una embarazada
02/01/2017

2 Comentarios


Parto de BabyA: Relato con guasa 1ª parte | 2eloa
19/04/2018 a las 21:43
Responder

[…] Parto de BabyA: Relato con guasa 3ª parte […]



Parto de BabyA: Relato con guasa 2ª parte | 2eloa
19/04/2018 a las 21:44
Responder

[…] Parto de BabyA: Relato con guasa 3ª parte […]



Deja una respuesta Cancelar la respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

40 − 38 =

  • Buscar en 2eloa

  • Escríbeme a toeloa@gmail.com
     
    Página de Facebook de 2eloa Sígueme Instagram de 2eloa
    Canal de 2eloa Google+ de 2eloa Instagram de 2eloa
  • Suscríbete a 2eloa

  • Categorías

    Crianza Do It Yourself
    Colaboraciones Recetas
    Recomendaciones Mis peques
  • Te recomiendo

    Granujas, Crianza Sostenible
     
    Pintar sin Parar



  • Portada
  • Sobre Eloa
  • Colaboraciones
  • Cookies
© 2eloa 2011
Diseño: Fina la Endorfina

Este sitio web usa cookies para mejorar su experiencia de usuario. Saber más