La ropa, además de necesaria, muchas veces nos ayuda a definir quienes somos. El estilo que llevamos, los colores, los mensajes impresos en el tejido… todo forma parte de nuestra imagen y proyecta parte de nosotros hacia al exterior. Y esto es así tanto en los adultos como en los niños. Un buen ejemplo de esto lo tengo con Emma que, como ya os he comentado más de una vez, desde bien pequeña decide la ropa que se pone.
De hecho, me gusta que sea así y que tenga su personalidad… pero con cabeza. No estoy dispuesta a alimentar ni que mis hijas alimenten el negocio de la «Fast Fashion» que intenta crear necesidades donde no las hay y que casi cada dos semanas realiza cambios de colección para que pienses que no estás a la última y te veas abocado a seguir comprando. Es incluso peor que la obsolescencia programada de la electrónica, ya que se produce sin que nada en la ropa falle.
Además, para producir a esa escala y con esos precios la gran mayoría de fabricantes lo hace en países donde los sueldos son mucho inferiores a los nuestros, en unas condiciones laborales pésimas y en algunos casos llegando a emplear mano de obra infantil.
También se emplean tintes que contienen sustancias cancerígenas. A mí se me ponen los pelos de punta al pensar que muchas de esas prendas están en contacto directo con nuestra piel muchas horas al día.
Por no hablar del daño que a veces se realiza al medio ambiente con los vertidos de dichos tintes sin ningún control a los ríos o con la tala de árboles para obtener celulosa para la industria textil.
Es por esto que cada vez más compro menos en este tipo de establecimientos e intento llenar los armarios de casa de otro modo, como os explicaré en otro post más adelante.
Si quieres saber más información te dejo aquí unos enlaces: 1 (éste es en inglés, lo siento), 2, 3.
Motivos para «puentear» la industria fast fashion
- Favorecer el negocio local o nacional y a los pequeños empresarios.
- Evitar la explotación laboral, especialmente la infantil, que suele darse cuando las fábricas están en países con condiciones laborales pésimas.
- Preservar el medio ambiente.
- Inculcar a mis hijas la cultura del reciclaje y la reutilización.
- Cuidar la piel de mis hijas con tejidos naturales, ecológicos… en la medida de lo posible.
Si como a mí te preocupa el impacto social y medioambiental que causa el sector de la moda, te animo a que antes de comprar una prenda te preguntes cómo y dónde está hecha. Únete y pon tu granito de arena 😉
Deja un comentario