Ya os he comentado en más de una ocasión que a mi lado ingenieril le encanta saber cómo funcionan y se hacen las cosas. Mis peques, como todos los niños, son curiosas por naturaleza y les encanta aprender cosas nuevas. Por eso siempre que puedo me gusta visitar fábricas con mis hijas, sobre todo si realizan elaboraciones artesanales, para que nos expliquen de primera mano cómo obtienen sus productos. ¿Qué mejor que un experto en la materia para saciar nuestro hambre de conocimiento?.
Esta vez, y por la cercanía a fechas navideñas, decidimos indagar en el mundo del turrón y otros dulces visitando la fábrica de Primitivo Rovira en Jijona. Fueron muy amables y nos la enseñaron mientras los trabajadores realizaban su faena. Fue toda una experiencia verlos trabajar en directo.
Visita a la fábrica
Lo primero que hicimos fue enfundarnos en unas batas de plástico, gorros y fundas de zapatos tipo los de quirófano para mantener el ambiente lo más limpio posible… pero a BabyA toda aquella parafernalia le dio un poquito de miedo, así que el pobre Maridín se la tuvo que llevar y se quedó sin poder hacer la visita.
Una vez equipados entramos en la zona de obrador. El olor a almendra y chocolate inundaba todo y me entró un hambre tremenda.
Durante el recorrido nos explicaron para qué servía cada máquina, incluso las que en ese momento estaban paradas y que les ayudan con los trabajos más pesados porque todo se realiza de manera artesanal. Y eso se nota.
La pena fue que hicimos la visita un viernes tarde y no estaba la fábrica a plena producción como habría estado si hubiéramos elegido otro día.
Me hubiera encantado ver trabajar estas máquinas de la imagen de abajo, y asomar mi cabecita para ver mezclarse la masa de los distintos turrones.
Bueno, así tengo excusa para volver, ¿no creéis?. Aún así os aseguro que aprendimos muchísimo y vimos varios procesos en riguroso directo.
No pude evitar inmortalizar el momento en que varias trabajadoras preparaban cocas de turrón de Jijona pesando pasta de turrón de Jijona, metiéndola en los recipientes, presionándola, espolvoreando canela por encima, poniendo tapas transparentes, introduciendo los envases en un sobre para hacer el vacío y de ahí a la empaquetadora. Después de ver todo el proceso y probarla no pudimos evitar llevarnos dos ^^.
Y menos mal que en el recorrido nos daban a probar mientras nos explicaban diferencias entre los ingredientes o incluso entre el refinado de la almendra de los distintos dulces, ¡sino os aseguro que hubiera sido una tortura!.
Otra de las cosas que aprendí es que el turrón de chocolate con almendras lo hacen en grandes bloques que luego cortan para obtener las ya tan características tabletas como las que veis aquí abajo.
Siguiendo con la visita, cajas y cajas de su principal materia prima, la almendra marcona, nos rodeaban mientras nos adentrábamos en una sala que albergaba, entre otras máquinas, esta refinadora que lo que hace es triturar la almendra.
Lo último que visitamos fue la que yo he bautizado como zona de hornos que es donde, además de dar forma a las cascas, piñas y otros dulces, producen los polvorones y mantecados.
Si pasáis cerca de Jijona os recomiendo que os acerquéis a esta fábrica para hacerles una visita. No os decepcionará.
A mí además no sé si por el olorcito tan bueno que hacía o qué me dejó con una sonrisa de oreja a oreja. Para mí era olor a casa de mi abuela, olor a Navidad.
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