Esta semana ha empezado el colegio para muchos niños. Algunos lo llevarán más o menos bien, tras varios años de repetir el mismo proceso están acostumbrados e incluso lo viven con emoción: estrenan material escolar, ven a los amigos de clase…
En cambio para otros no es una experiencia tan agradable. Bien porque cambian de ciclo y están angustiados, bien porque es su primer día en un colegio tras ir a la guardería o bien porque es su primera experiencia de este estilo separados de sus padres, como es el caso de mi pequeña.
A veces somos nosotros con nuestras preguntas, historias y demás los que creamos ansiedad en los peques. Y sí, no me refiero a nosotros los padres, sino a todos los adultos que no sé muy bien si por querer ser simpático o qué sueltan las típicas frases a las que aún no les he encontrado la gracia: «Ya se te acaba la buena vida», «Ahora sí vas a saber lo que es compartir», «Se acabó lo de acostarse tarde. A partir de ahora a madrugar», «Toda esa tontería se te quitará cuando empieces el cole» y similares lindezas.
Otras frases que no ayudan, aunque la intención sea buena, son las que se les suele decir para intentar animarles. Del tipo: «¡¡Ay qué bien, mañana vas al cole!!», «Ahora harás muchos amigos», «Vas a aprender a compartir, leer…». Todas estas oraciones muchas veces sobran. Como ya he dicho aunque la intención sea buena sé por experiencia que los padres ya les vamos explicando lo que es el cole en casa, les preparamos para lo que pueden encontrar allí y además somos más conscientes de cómo les sienta hablar del tema en determinado momento. En ocasiones la llegada del final de agosto abre la veda a la conversación monotemática «cole» que si a los padres a veces nos agobia imaginad a los peques. Poneos en su piel y pensad cómo os sentaría si cuando faltara poco para volver al trabajo tras vuestras vacaciones os lo estuvieran recordando a cada paso que dais, cada persona que os encontréis. No os haría ninguna gracia, ¿verdad?.
Muchos de vosotros sabéis que el pasado viernes fue el primer día de cole de mi niña y como os conté por facebook lo llevó muchísimo mejor de lo que yo creía o esperaba. Entró en clase sin mirar atrás directa a la cocina de juguete y desde la puerta casi que le tuve que gritar: «¡Adiós Emma!» y ella alzó la manita y me dijo también: «Adiós mami».
Me marché con el corazón en un puño y en cuanto pensaba un poco en ella se me llenaban los ojos de lágrimas. ¿Cómo estará?, ¿me echará de menos?, ¿y si pregunta por mí y no estoy la consolarán con un abracito? y similares cuestiones que me reconcomían y me llevaron a pasar casi toda la mañana en un ir y venir de lágrimas. Y eso que no soy nada llorona. Ese día rompí mi récord.
Cuando a la una regresé a por mi peque la encontré muy tranquila y vino hacia mi con normalidad sin prisas ni ansias por llegar donde estaba, así que eso me dio también tranquilidad. Cuando le pregunté cómo lo había pasado me dijo que muy bien y que quería volver. Imaginad mi cara: los ojos como platos y la boca me llegaba al suelo. «Mejor, mejor» pensé.
No sé si ha tenido algo que ver las cosas que hemos hecho en casa para facilitarle la entrada al cole o si ha sido casualidad, pero mal seguro que no ha hecho. Por si os da alguna idea u os sirve para vuestros peques voy a compartirlas con vosotros:
- Jugar. Sabemos que los niños procesan muchas vivencias a través del juego y les sirve para aprender, por eso se me ocurrió jugar al cole en casa. Yo hacía de mamá y la dejaba en el cole, le decía que dentro de un rato volvería a por ella y me marchaba. Entonces pasaba a ser la maestra y cantábamos, pintábamos, jugabamos… en clase. Sus muñecos eran sus compañeros y no siempre le podía prestar atención a Emma porque a veces requerían de mi presencia sus compis.
- Visitar el cole previamente. El año pasado ya fuimos varias veces a recoger a la hija de una amiga, pero aún así unos días antes, fuimos a que viera el centro, le enseñé cuál iba a ser su clase, el patio de infantil con su parque, el huerto que hay en el cole e incluso entramos en su aula. También entramos en el cuarto de baño que tiene aseos pequeñitos y se animó a hacer pipi. Luego nos quedamos un rato en su clase mientras ella jugaba con la cocinita.
- Llegar puntuales a recogerla. Una de las cosas que más miedo da a los peques es la sensación de abandono. Antes de ir al cole le explicamos mucho a Bolita que la dejaríamos pero volveríamos siempre a por ella y que sólo era un rato… pero aún así los peques han de hacer «un acto de fe» y creernos. Por eso el primer día (y el resto) llegamos puntuales a recogerla y nos colocamos de los primeros, así cuando la profe abre la puerta enseguida nos ve.
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