Para los papás primerizos el momento del cambio de pañal puede llegar a ser muy estresante y un auténtico horror, pero como cualquier papá os podrá decir, después de haber cambiado unos cuantos casi que lo puedes hacer con los ojos cerrados, ¿verdad?. 🙂
Como ya habréis imaginado, esta entrada va dedicada a los papás que aún estáis en la primera fase (aunque espero que a los papás con más experiencia también os parezca interesante), y como toda ayuda es buena, os voy a explicar como lo hago yo. Pero antes os quiero recordar que es recomendable cambiar el pañal del bebé a menudo, no sólo cuando haya hecho caca, para mantenerlo siempre seco.
Pasos para cambiar el pañal
Lo primero es preparar TODO antes de empezar. Y cuando digo todo, me refiero a todo: cambiador de tela o empapador, pañal limpio ya abierto, agua, esponja, toalla para secar el culito, crema si le vais a poner…
Mejor tenerlo todo a mano que darnos cuenta de que nos falta algo a mitad del cambio, en cuyo caso tendremos que coger al bebé (¡ni se os ocurra dejarlo solo por si se cae!) a medio vestir e ir a buscar lo que nos falta con la incomodidad que eso supone para ambos y con el riesgo añadido de que nos suelte algún «regalito» por el camino.
Como veis, entre las cosas que hay que tener preparadas incluyo el pañal limpio bien abierto. Una vez sacado del paquete o donde lo guardéis lo desplegáis bien en todas las direcciones e incluso separáis los cierres. Parece una tontería, pero os facilitará mucho la tarea, sobre todo hasta que lo tengáis controlado, porque lo que parece tan fácil de desplegar ahora os aseguro que no lo es tanto si al bebé le da por patalear o moverse.
Desvestimos al bebé lo justo para dejar fácilmente accesible el pañal (¡no hace falta quitarle toda la ropa!) y lo abrimos de los cierres, dejándolo abierto entre las piernas del bebé para poder hacer «el control de daños»:
Si hay caca retiramos lo que podamos con el propio pañal usado, lo plegamos sobre sí mismo y se lo seguimos dejando debajo del culete (así evitamos manchar el cambiador).
A continuación, o si sólo lleva pipi, limpiamos con una esponja humedecida en agua. A mi me gusta llevar un cuenquito con agua para ir aclarando la esponja y a veces 2 si el «estropicio» es muy grande 🙂
Una vez limpio, secamos a conciencia con la toalla dando toquecitos suaves (no hay que frotar como animales) pero sí asegurarnos de que queda bien seco. Esto es súper importante porque muchas de las heridas o roces que les salen a los bebés tienen su origen aparte de en la propia humedad del pañal en un defecto del secado. Si vuestro bebé es gordito y tiene muchos pliegues este punto es especialmente importante y hay que esmerarse mucho porque en esas zonas se irritan más fácilmente.
Si es necesario porque hay irritación se puede poner una crema específica en este momento. Recalco que yo sólo recomiendo ponerla si es necesario, no por defecto. A Emma sólo le he puesto crema unas 8 ó 9 veces en estos casi 10 meses cuando le han salido pupitas entre sus pliegues de gordi por culpa de la humedad.
Ahora toca retirar el pañal usado. Para ello cogemos los pies del bebé por los tobillos con una mano pero introduciendo uno o dos dedos entre ambos para dejar una separación entre ellos. En esta foto se ve claramente como mi marido los separa con dos dedos. Hacedlo como os sea más cómodo, pero aseguraos de dejar esa separación.
¿Por qué tanta insistencia en dejar la separación? Porque en el siguiente paso vamos a subir y bajar el culete del bebé estirando de los pies hacia arriba y con esto evitaremos que el peque se haga daño con los pies o los tobillitos chocando entre sí.
Levantamos los pies, estiramos del pañal viejo sacándolo y deslizamos el nuevo bajo el culete (si no os habéis acordado de desplegarlo antes como os recomendaba en este momento veréis que ahora, con una mano, ya no es tan fácil :)). Volvemos a bajar las piernas del bebé, subimos el pañal entre sus piernecitas y lo cerramos ajustándolo bien usando los cierres de velcro.
¿Y cuánto hay que apretar los velcros? Pues lo suficiente para que se ajuste al cuerpo pero sin pasarse.
Algunos papás primerizos por miedo a «apretarle mucho» lo ponen tan suelto que en cuanto levantamos al bebé el pañal se desliza 3 centímetros hacia abajo dejando un hueco en la ingle… e inutilizando el pañal ya que se nos saldrá todo por ahí.
Otros papás sin embargo, para asegurarse de que esto no pase, lo aprietan tanto que cuando retiramos el pañal podemos ver las marcas en la piel del bebé.
Para cerrar el tema de los velcros quiero comentar que casi todos los fabricantes de pañales suelen incluir unos dibujitos como referencia para que sepamos donde deben ponerse los velcros y eso está muy bien… pero ya digo que es como referencia, es un «más o menos» y no debemos empeñarnos en ponerlos justo encima. Cada bebé es distinto y el mismo pañal no lo podemos apretar igual si está gordito o flaquito.
Ya sólo queda comprobar que los volantes que rodean las piernas están correctamente colocados. Casi todos los fabricantes usan un sistema de doble barrera para evitar fugas donde la barrera interior debe quedar colocada hacia adentro y el volante exterior hacia afuera. Si no están así sólo tenemos que meter el dedo y sacarla o meterla según sea el caso.
En esta foto podéis ver una barrera interna de las que ha de quedar hacia dentro del pañal, ya que al estar dentro son las más difíciles de revisar.
Pues ya está, ya habéis cambiado el pañal de vuestro peque. Así detallado parece mucho y muy complicado, pero no tengáis miedo porque veréis que enseguida lo haréis súper rápido y casi automáticamente.
¿Y las toallitas?
Muchos os preguntaréis que por qué no hablo de las toallitas húmedas con lo cómodas que son… pues lo que pasa es que son cómodas para el que cambia, no para el bebé, y mucho menos para su piel que de verdad agradece el agua a secas y una buena esponja, especialmente si es natural.
Además, muchas de las toallitas que usamos contienen un compuesto tóxico, el Phenoxyetanol, que podría afectar al sistema endocrino del bebé y a su desarrollo. Yo me enteré en este post del blog de Miramami. Así que estad atent@s a ver si las vuestras lo llevan.
¿Que cómo lo hago cuando estoy fuera de casa?
Pues no os voy a engañar, algunas veces utilizo toallitas, por supuesto de las que no contienen Phenoxyetanol, pero normalmente llevo en mi bolso dos o tres trozos de franela, gasa u otro tejido suave para limpiar con ellos el culito de mi patatita.
Para ello también llevo en el bolso una botellita de esas con vaporizador (también conocido como «chuf chuf» :)). Normalmente la llevo llena de agua hervida, aunque a veces le añado unas gotitas de jabón de bebé y de aceite de almendras o de oliva. Con eso mojo uno de los trocitos de tela y le limpio el culete y con otro de los trocitos lo seco.
Si no lleváis o no queréis llevar la botellita siempre podéis usar agua del grifo del baño del bar o sitio donde vayáis a cambiar a vuestro peque.
Aún tengo pendiente probar a hacer mis propias toallitas húmedas tal y como explican en ecocosas. Ya os diré qué tal cuando lo haga.
Creo que no me he dejado nada pero ya sabéis que podéis compartir vuestras opiniones, trucos para cambiar el pañal o hacer cualquier pregunta en los comentarios.
4 Comentarios
Todos los comienzos son duros pero tu lo has explicado perfectamente 🙂
Gracias Manoli 😉
Yo no lo hubiera explicado mejor. Se te ha olvidado lo de las pinzas en la nariz para escrupulos@s 😉
Jajaja, cierto!!
Conozco a muchos papás que lo pasan fatal con el olor 🙂