Los que me seguís en Instagram y/o Facebook sabéis que este verano estoy leyéndome 3 libros en paralelo (lo sé, una locura). ¡Pues por fin he terminado uno de ellos!
El libro se titula ¡tengo hambre!
. En él las autoras, Jane R. Hirschmann y Lela Zaphiropoulos, hablan sobre enseñar a comer a los niños alargando la alimentación a demanda frente al método «tradicional» donde se anima a los padres a dejar de alimentar de esta manera muy pronto: a los bebés de pecho desde los seis meses y muchos de los bebés que toman biberón prácticamente desde que nacen.
El libro está basado en la idea de que el cuerpo se autorregula y por ello los niños sólo deben comer cuando tienen hambre, los alimentos que ellos eligen y en la cantidad que deseen y también que deben dejar de comer cuando están llenos. Para ello se hace imprescindible enseñar al niño a conectar con las señales que manda el cuerpo.
Ante esta premisa muchos padres y madres pensarán «ya están los hippies, los niños necesitan unos horarios…» pero la verdad es que, en cierto modo, el planteamiento de las autoras es lógico. Que coman cuando tienen hambre igual que meen cuando tienen ganas y duerman cuando tienen sueño. Sobre estos últimos se acepta que cada persona tiene un reloj biológico diferente y no pasa nada, pero con la comida somos más estrictos incluso los adultos (todos los de la familia comen lo mismo, a la misma hora y al menos una ración considerada como la mínima).
Además de esta idea principal el libro me ha gustado porque abarca otros temas relacionados con la alimentación infantil:
- Se desmontan algunos mitos relacionados con la comida que además de amenazas son, por supuesto, falsos: «Si no comes carne no crecerás», «Si tomas zanahorias verás mejor»…
- Se comenta la tendencia a «curar con comida» desde muy pequeños. En muchas situaciones desagradables para los pequeños (visita al pediatra, peluquería a la que no quieren ir…) les ofrecemos dulces en lugar de emplear palabras reconfortantes enseñándoles que estos pueden ser un buen sustitutivo.
- También me ha resultado interesante la reflexión sobre cómo otorgamos importancia a determinados alimentos (helados, chocolate…) elevándolos a la categoría de premio, ya que para obtenerlo se han de cumplir ciertos requisitos (terminarse la sopa, portarse bien fuera de casa, ser día festivo…). En cambio, las autoras defienden que si ponemos todos los alimentos al mismo nivel psicológico o categoría, sin distinguir entre «alimentos de primera» o «de segunda», el niño elegirá qué comer en función de lo que su cuerpo le pide (proteínas, hidratos de carbono…) y no en base a connotaciones emocionales que influyan en su decisión.
Para llevar a cabo el enfoque reflejado en el libro cada niño debe tener un estante o cajón con sus alimentos favoritos y no dejar que se terminen. Al principio los pequeños no confiarán en que van a estar a su disposición siempre que quieran y en cantidad ilimitada por lo que se atiborran de ellos, pero las autoras han comprobado que al poder acceder a ellos cuando quieran a la larga no les apetecen más que cualquier otra comida.
Alimentación infantil por edades
Otra cosa que se comenta en el libro son los consejos para seguir el método y algunas recomendaciones según la edad de los niños.
Alimentación infantil de 1 a 4 años
En esta época es muy importante la saciedad. Los niños han de saber que la comida siempre estará disponible y que no tienen que comer algo sólo porque lo vean, ya que lo podemos guardar para luego.
Tampoco debemos etiquetar a los peques. Podemos causarles daño y, en ocasiones, sólo por llamarlos de una manera (mal comedor, goloso…) ya los sentenciamos a que cumplan con dicha etiqueta.
Es recomendable llevar tentempiés o algo de comer en el bolso al salir de casa para tener qué ofrecerles cuando piden algo, sobre todo si lo ven (ya sabemos como se las gastan los supermercados o los escaparates de determinadas tiendas) y lo ideal sería avisarles antes de salir de casa si vamos a poder comprar cosas para comer o si sólo comeremos lo que llevemos de casa.
Alimentación infantil de 5 a 10 años
En este periodo no se debe obligar a desayunar aunque de entrada cueste. Es mejor llevar tentempiés encima o darle algo para tomar antes de entrar en clase.
Para la hora de la cena, si la familia lo considera un momento de encuentro y reunión familiar, se puede usar como tal pero sin la obligación de comer. Sólo deberá hacerlo quien tenga hambre.
Otra cosa que se debe evitar es preparar nada de comida si no se ha hablado antes.
Finalmente se destaca que, en este periodo, los niños (al igual que los adultos) a veces comen de más o de menos como reacción a otros problemas. Hay que intentar averiguar el problema orígen antes de crear uno nuevo con la comida que sólo sería consecuencia del problema inicial.
Preadolescencia, adolescencia y problemas específicos
El periodo de preadolescencica y adolescencia lo considero tan complicado que no podría resumirlo, así como tampoco el capítulo dedicado a problemas específicos de alimentación como la anorexia, bulimia y demás. A quien le interesen especialmente estos temas les recomiendo encarecidamente la lectura del libro.
Conclusión final
No tengo claro si puedo (o quiero) aplicar el método. Quizá es porque hay determinados alimentos o comidas que los tengo tan catalogados como perjudiciales (por llamarlos de alguna manera) que no me gustaría que Bolita comiera de ellos. Aunque quién sabe, igual de aquí a un tiempo quizá cambie de opinión. Si es así ya os contaré.
Aparte de hacerme reflexionar sobre la alimentación, ayudarme a eliminar mitos de mi mente y darme algunas ideas, lo que me ha parecido más importante de las ciento y pico páginas es que remarca que deberíamos preocuparnos porque nuestros hijos se sientan a gusto en sus propios cuerpos, sea cual sea éste. Me quedo con esta reflexión para fijarme en ello desde ya.
Por si os interesa os dejo aquí un enlace donde podéis encontrar el libro en Amazon
2 Comentarios
Hola Elena,
Yo sí que sigo las indicaciones del libro, mi hija de 5 años come a demanda desde que nació y esta sana y feliz.
Muy recomendable este enfoque que nos presenta una alternativa sensata a las guerras diarias por la comida en muchos hogares, protege a las próximas generaciones… en definitiva un enfoque directo, revelador y lleno de amor para alimentar a nuestros hijos.
Gracias por mostrarlo en tu blog.
Te animo a que lo pongas en práctica en tu hogar.
Muchas gracias por tu comentario Sonia. Creo que es un buen método, pero no me «atrevo» a aplicarlo al 100% y creo que si no estás completamente comprometida con el sistema los resultados no serán los esperados.
Un abrazo