El embarazo es una etapa preciosa. Así de claro. Dicho en general. Has creado una vida y la llevas en tu interior.
PERO… Y es un gran pero no todo es tan bonito como lo pintan. O al menos esa es mi experiencia.
Tampoco es que para mí sea un horror como lo viven muchas que les ha tocado peores llamémosles «efectos secundarios», pero ninguna de las dos veces ha sido simplemente un paseo con unos kilos de más y punto.
Ojalá todas las que me leáis tengáis embarazos estupendos y lo viváis como la mejor etapa de vuestras vidas. Y una vez deseado esto os comento lo que menos me gusta del embarazo.
Quitando lo que se suele comentar y es conocido por todo el mundo:
- Náuseas.
- Sensibilidad a determinados olores y sabores y cambio en los gustos.
- Pies hinchados.
- Acidez nivel se me deshace la garganta.
- Ganas de mear cada dos por tres, sobre todo conforme vamos tachando semanas de embarazo.

Foto de mi primer embarazo tomada por José Salvador Sancho
Por suerte en este embarazo me he librado de los tres primeros «inconvenientes», pero como no iba a ser oro todo lo que reluce, tengo unos cuantos personales que añadir. Algunos de los cuales además sorprenden a cuantos se los cuento:
- Venas más marcadas. En mi caso sobre todo las del pecho, en las que tengo un mapa de carreteras tremendo, que en verano con los bikinis y tal se apreciaba aún más.
- Disfunción de la sínfisis púbica. De la que ya os hablé en este post.
- Aumento del flujo. Menudo rollo cambiarse de ropa interior cada dos por tres. Por no hablar de la paranoia que me entra pensando, cuando noto humedad, que puede ser sangre. Ale corriendo al baño a averiguarlo.
- Andar controlando la comida, y no a nivel de dieta. Sé que esto no lo siguen todas las embarazadas, pero servidora es demasiado tiquismiquis y prefiero prevenir que quedarme luego con la duda de si podría haberle evitado algo a mi bebé tomando más precauciones.
Con esto me refiero a toda la parafernalia de limpiar con lejía apta para ello frutas y verduras, consumir sólo quesos pasteurizados etc.
Imaginad el rollo que me supone ir a comer por ahí, más de la mitad de la carta queda restringida para mí. - Cambio del color y tamaño de los pezones. Sí, sé que es algo estético pero cada vez que miro hacia abajo o paso frente a un espejo sin sujetador casi que me asusto. ¡¡Han oscurecido como 8 tonos y encima duplicado su tamaño!!. Prefería mi mini pezón rosita qué queréis que os diga.
¿Tenéis algo más que añadir?
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