Desde que nació Bolita he sentido mucho más «asfixiante», por llamarlo de alguna manera, el paso del tiempo. Los peques cambian y avanzan tanto de un día para otro que es inevitable darse cuenta de los progresos y de que ya no son nuestros bebés, sino nuestros niños.
Tenía este post entre mis borradores desde hace bastante tiempo pero justo la semana pasada mi querida Carol de Llegaste tú y mi mundo cambió, colgó en su facebook una reflexión similar, así que me he animado a completar esta entrada y por fin publicarla.
Como os comentaba, nada más convertirme en mami, y cuando digo nada más me refiero a una hora tras el parto, no sé si por revolución hormonal o qué motivo ya estaba yo con lágrimas en los ojos pensando que no quería que creciera. Mirad si empecé pronto. Y si además tenemos en cuenta que no soy muy de llorar os podéis imaginar que la primera sorprendida era yo.
Esta llantina, que yo vivía con alegría de tener en mis brazos a mi perfecto bebé y con pena de ser consciente de que no sería bebé durante mucho tiempo, me acompañó durante varias semanas. Y no era depresión postparto porque yo era inmensamente feliz. Era como que el tener un bebé me había hecho ser consciente de la volatibilidad del tiempo y lo vulnerables que somos las personas al paso del mismo.
Muchas veces cuando veía a Emma sonreir en sueños me caían lágrimas y le comentaba a maridín: «Mírala qué feliz es. Se hace mayor muy pronto. ¡¡Ya tiene una semana!!». Yo misma era consciente de que esos pensamientos eran cuanto menos extraños, pues vivía una contradicción donde mi propia voz interna me decía: «Pues claro que quieres verla crecer. Quieres presenciar sus primeros pasos, escuchar cuando diga mamá por primera vez …», aún así no podía evitar sentir esa nostalgia.
No os ha pasado que os habéis preguntado a vosotr@s mism@s cosas como «¿cuándo pasó a decir chocolate en lugar de cocate?», «¿cuándo aprendió a subir sola a ese sofá tan alto?», «¿cuándo se dio cuenta que esa sonrisa suya le ayudaba a suavizar mis enfados?»…
A los pocos meses ya lo viví de otra manera (así que definitivamente las hormonas seguro tuvieron algo que ver), más o menos como lo vivo hoy en día, dándome cuenta de que es una pasada verla crecer físicamente y como personita, pero sintiendo una pequeña puntada en el corazón sabiendo que algunas épocas como el gateo, los por qués o los qué pone ahí no volverán.
No sé si cuando repita maternidad me ocurrirá de nuevo porque es lo normal en general o sólo algo personal que nos afecte a unas cuantas, así que a ver si podéis ayudarme: ¿habéis vivido algo similar tras el parto?, ¿tenéis con vuestros peques, esa sensación de que el tiempo se os escapa de entre las manos?.
2 Comentarios
Da alegría ver como crecen, pero da penita ver que esos momentos no volverán… A mi me gustaría poder guardar esos sentimiento que nos despiertan esos momentos, es difícil de explicar…. Yo creo que mis hormonas todavía no han vuelto en si después de 20 meses, porque todavía me pongo ñoña cuando pienso como pasa el tiempo…
A disfrutar de nuestras peques, que ya nos queda poco para la vuelta al curro!!!
A mí también me gustaría guardar esos sentimientos en un bote, y de vez en cuando abrirlo para revivirlos…
Yo creo que lo tuyo no es cosa de hormonas, es cosa de amor por tu bebi, así que es normal que te pongas nostálgica o tristona de ver lo rápido que se pasa el tiempo. Yo he tenido que aprender a asumir que hay que valorar cada etapa y disfurtar del aquí y ahora.
Un besazo Ampi