A mi parte ingeniera le encanta saber cómo se hacen las cosas; conocer los procesos de fabricación y el porqué de cada paso es algo que me despierta mucha curiosidad.
También sabéis que a mi lado sibarita le encanta descubrir lugares donde comer en familia, por eso mi última visita bloguera, en este caso al Sequer Lo Blanch en Alboraia me encantó.
El Sequer Lo Blanch es un espacio gastronómico ubicado, como su nombre indica, en un secadero (sequer en valenciano) donde la chufa todavía se seca y cura de la manera tradicional para elaborar horchata artesanal. Esta refrescante bebida se puede degustar en la terraza y en el restaurante ubicado en la planta baja. Bueno, y por supuesto, también te la puedes llevar a casa para tomarla allí tranquilamente.
Lo primero que me gustó fue su ubicación. En plena huerta y rodeado de campos de chufa, nada más llegar ya tienes la sensación de que estás en un sitio donde la tradición y lo artesanal sigue siendo importante y eso luego se notó en los productos que probamos.
Nosotros fuimos por la tarde y ver la puesta de sol sobre la huerta fue precioso. La ubicación es, sin duda, un plus para los que valoramos las experiencias culinarias en conjunto.
Y un último apunte sobre la ubicación. Si como me pasaba a mí no conocéis la zona y os vais a dejar guiar por el GPS, no os preocupéis porque parezca «que os lleva al huerto», porque ahí es exactamente adonde vais. Ninguno de los que fuimos tuvimos problemas para encontrarlo.
Como llegamos los primeros, las peques se entretuvieron en una pequeña zona con columpios, balancín y una tira de equilibrios mientras esperábamos al resto. Esto, unido a la presencia de un cambiador en el baño e incluso 2 wc infantiles le dan además un punto extra para los que vamos con niños.
Cuando ya estábamos todos conocimos a José Belloch, propietario del Sequer Lo Blanch, que nos subió a enseñarnos la cambra donde se seca la chufa y nos explicó el proceso de elaboración de la horchata además de comentarnos varias curiosidades y usos de la chufa que desconocíamos. La verdad es que escucharle fue una delicia, su forma de hablar es muy amena. Se nota que su familia lleva varias generaciones dedicándose al cultivo de la chufa (desde los tiempos de Jaume I) y, lo que es más importante, que le gusta lo que hacen.
Después de la explicación pudimos probar algunos de sus productos. La horchata, por supuesto, fue el producto estrella. La probamos con fartons y la verdad es que estaba muy buena. A mí y a las peques nos gustó… pero a Maridín, que es súper fan de la horchata, le encantó «el sabor y sobre todo, el cuerpo, nada aguado ni súper refinado como en las horchatas industriales».
También probamos otros productos, como el chocolate con chufa, aunque los que más nos gustaron fueron, sin duda, el allioli (ajoaceite) y la cerveza con chufa.
El allioli lo utilizan en el restaurante, por ejemplo, para hacer su versión de patatas bravas y la mezcla entre el ajoaceite tradicional y la dulzura de la chufa funciona realmente bien. Se queda con una textura tipo leche condensada que sorprende.
Las cervezas con chufa, en sus dos versiones, también nos gustaron mucho. Una es más suave y otra más similar a la cerveza de barril pero con el punto dulce de la chufa.
Para acabar José nos guió en un paseo por la huerta donde iba enseñándonos a los adultos y a los peques los distintos árboles y plantas y nos explicó entre otras cosas las diferencias entre una barraca, una alquería y una casa de labradores. Fue realmente interesante.
Lo de visitar el secadero y dar un paseo por la huerta no es lo habitual pero solo por estar en una sitio kidfriendly a tope (que no son fáciles de encontrar), merece la pena hacerles una visita.
El restaurante no lo hemos probado aún, pero después de oír a José hablar de sus arroces y sus coquetas (tortitas) de la huerta y de su forma de entender la cocina tratando de darle un giro a las recetas tradicionales, lo tenemos anotado en nuestra lista (Maridín me repitió como tres veces durante la visita
«tenemos que venir a comer aquí»). Tan pronto vayamos os contaré qué tal.
De momento, como os decía antes, aunque sólo fuera por la horchata y por pasar un agradable rato en familia os lo recomiendo desde ya.
2 Comentarios
Ay amiga pues porque no te has «marcado» uno de sus arroces entre pecho y espalda… un día nos hacemos una escapadita y nos vamos a comer (o cenar) y ya verás… ummmm
un besote!
Cuando quieras!! La verdad es que tienen una pinta genial y Maridín ya me ha dicho como mil veces que quiere probar… 🙂